¿Cómo afectan los distintos tipos de gas a la producción de racores para gas? Gnali Bocia, un fabricante de accesorios con décadas de experiencia en el campo, responde.
El estudio, el diseño, la producción y la puesta en marcha de los racores para gas, así como el desarrollo tecnológico relacionado, dependen en gran medida del tipo de gas que se transporta dentro de un circuito. De hecho, las propiedades químicas y físicas pueden tener un impacto enorme tanto en el material de construcción de las tuberías y de los racores, como en su geometría.
Por ello es importante analizar las diferentes características de los gases y, en consecuencia, las ventajas y puntos críticos asociadas a su uso, tanto desde el punto de vista de la eficiencia energética como desde la seguridad estructural de los sistemas en funcionamiento.
El gas metano es un gas de hidrocarburo simple presente en depósitos subterráneos. Se caracteriza por un átomo de carbono y cuatro átomos de hidrógeno. En condiciones de temperatura y presión ambiente, sus características son: 1. Incoloro: cualquier pérdida no es detectable a simple vista; 2. Inodoro: cualquier pérdida no es detectable ni siquiera a través del olfato y por ello, de acuerdo con la ley, se le agrega un gas oloroso en aplicaciones civiles y domésticas; 3. Altamente inflamable: la combustión, en condiciones estándar, es la reacción más común, mientras que las otras reacciones ocurren solo a presiones y temperaturas elevadas; 4. Volátil: tiende a ir hacia arriba debido a que su densidad es significativamente menor que la del aire.
El Gas Licuado de Petróleo (GLP) es un gas a temperatura y presión ambiente pero, para facilitar su transporte, es llevado a altas presiones, lo que implica la licuefacción, reduciendo su volumen y permitiendo un almacenamiento más efectivo. En realidad, no se trata de un simple gas, sino una mezcla de 70% de butano normal y 30% de propano. Sus características son: 1. Densidad elevada: tiende a permanecer pegada al suelo y asentarse en el fondo; 2. Inflamabilidad: es un gas inflamable que puede provocar explosiones, incluso violentas.
Por estas características, el uso en entornos subterráneos está regulado o incluso prohibido: un ejemplo es la normativa relativa a los parkings bajo rasante o sótano.
Según estas bases analizadas, es fácil ver cuáles son aquellas características similares y aquellas que son significativamente diferentes entre los dos gases principales que suelen vehicularse en las instalaciones. La realización de los racores para gas debe contemplar tanto estas características como la interacción del gas con el material del propio racor: de hecho, puede dar lugar a fenómenos corrosivos provocando daños, incluso de forma rápida, de los componentes y acabar provocando fallos completos o parciales, con problemas estructurales relacionados.
Por ello, todos los estudios dirigidos a la realización de racores para gas deben proporcionar una mirada completa a todos aquellos factores de posible influencia en el rendimiento de los componentes a producir, con vista tanto al momento presente como en el tiempo.
18/10/2021
I contenuti di questo sito non hanno carattere di periodicità e non rappresentano 'prodotto editoriale'.