Uno de los dispositivos de termorregulación y control de la temperatura más representativo es el termostato: muy a menudo se utiliza para evitar que la resistencia eléctrica del interior de la instalación hidráulica se sobrecaliente, provocando daños en el interior de la estructura.
Generalmente los
termostatos poseen un dispositivo mecánico o electrónico, con el mismo propósito de obtener un control preciso de los picos de temperatura. Se suele optar por los termostatos de accionamiento mecánico, por el mecanismo de funcionamiento simplificado, la facilidad de accionamiento y los casos de rotura menos frecuentes. En sistemas en los que se necesita un control más preciso de la variación de temperatura, se utilizan termostatos electrónicos.
Los termostatos pueden trabajar en diferentes ambientes y los diversos modelos identifican los rangos de temperatura a los que pueden estar sometidos: se va desde termostatos resistentes hasta los 100ºC, para instalaciones domésticas, hasta modelos que tratan temperaturas más elevadas y además deben resistir a ambientes corrosivos con valores bajos de pH.
Para garantizar unos estándares de producción eficientes, los termostatos están sujetos a la norma EN 60730-I que identifica los aparatos, como los termostatos, que trabajan en el interior de instalaciones de calefacción por agua y están sujetos a una tensión baja. Esta norma no aparece en los dispositivos industriales ya que para ellos se utilizan otras normas.
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